Hola,

Mi nombre es Eva, soy colombiana, tengo 35 años y un hijo. Soy una mujer separada, que como muchas otras inmigrantes, viví una relación de violencia durante varios años.  Con el deseo de que mi historia les ayude a cambiar sus vidas, la comparto con ustedes.

Llegué llena de sueños

Hace ocho años me reagrupó mi esposo, quien estaba radicado aquí en Barcelona. Sólo llegué con mi maleta llena de ilusiones. Al llegar, supe que las cosas eran diferentes. Peleábamos constantemente,  principalmente cuando  él salía a beber con sus amigos. Empezó insultándome, luego me zarandeaba y más tarde… llegaron los golpes.

La situación empeoró

Quedé embarazada  el año que llegué a Barcelona. La situación pareció mejorar, ya que él se emocionó con este hecho. Al nacer el niño surgieron nuevos problemas. Escuchaba todo el día que era ¨una mala madre¨, ¨una esposa inepta¨, ¨una mujer inútil”. Luego me empezó a lastimar físicamente. Recibí bofetadas, pellizcos y hasta quemaduras; me obligaba a tener relaciones sexuales cuando yo no deseaba.

Conseguí mi libertad

Acostumbrada a esta forma de vida con mi marido, pasaron meses y años para darme cuenta que vivía atemorizada. Finalmente logré irme, y supe que no estaba tan sola como temía.  Me encontré con personas y entidades que me apoyaron, aunque  fuese  una mujer inmigrante. Hoy puedo ver esta cadena de acontecimientos violentos como parte de mi pasado. Después de un largo camino,  he logrado convertirme nuevamente en una persona alegre, y con deseos de vivir. Comparto con ustedes mi historia para decirles que no están solas, que muchas mujeres hemos pasado por lo mismo y que hay una serie de recursos para ayudarles a defenderse y a reconstruir sus vidas.